27 de septiembre de 2016

Eres canela

Anoche cuando me levanté soñé que soñabas mientras el sueño acababa. Desperté sobre nubes duras, pesadas y frías que se reusaban a moverse y servirme de puente hacia mi camino - cualquiera que este fuera-. Esperaré por la esfinge, pensé y traté de lucir todo lo tonta que soy esperando un acertijo sencillo, pero la esfinge tomaba sol en Egipto y sobre las nubes la lluvia era tan fuerte no me dejaba continuar, ni pensar.
Las ideas brillantes llegaron junto con el Sol, saltar siempre ha sido una idea con la que coqueteo pero con la que jamás cierro el trato. Tal vez necesitaría que la esfinge me empuje, me empuje directamente al meneo de tu cuerpo blanco para aferrarme a los lunares de tu espalda y soportar la caída.
Desde abajo algo me empuja y caigo gritando y mientras grito la boca se me llena de risas y palitos de canela. Todo huele a canela, tu cabello alborotado,  tus lunares, tus manos coloradas por el calor. Te veo, por primera vez te veo, yo que te he visto tanto te veo, te veo y tú me ves, me ves y somos reales por ese instante, ese instante en el que te digo que los sueños son reales y la realidad son ilusiones deprimentes.
Quiero decir tantas cosas, pero te estoy viendo, las palabras tienen que esperar,  el reloj debería esperar va muy rápido y es hora de dormir, dormir y que la realidad se acabe. El reloj avanza y tú me sonríes, sonrío también pero tímida y tú me sonríes con dulzura.
Todo es rojizo y huele a canela. Y la realidad se termina y yo que he saltado entre nubes para mirarte en tu cumpleaños me meto a la cama sonriendo y con el olor a canela metido en el corazón porque no hay mejor realidad que la que es una fantasía.

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