14 de noviembre de 2009

¿ESTÁS?

¿Estás?
[¿Aún hablas con mi reflejo?]
¿Con esa chica gorda y morena que no eres tú y que ya no soy yo? El espejo no me habla, dijiste que lo haría cuando no estés. No estás y no habla. Se ha estropeado y no habla. No hablas. Nadie habla.
El reflejo no me habla y no eres tú. No eres tú y no soy yo. Busco los rizos rubios, al Sol y me despierto en la oscuridad iluminada, apenas, por la luz de la Luna que se extingue. No estás. No hay nadie a mi alrededor.
[La tienes a ella.]
¿Y tú? ¿Aún la tienes?
[No te tengo]
No me has tenido nunca. Tú tenías muchas faldas, muchos tacos, muchas joyas, mucho maquillaje, muchas metiras. Nunca me has tenido, tú tenías un calendario tras la puerta. Yo tengo mensaje de amor que van y vienen. A ti nunca te he tenido y tú nunca me has querido tener. Me tuviste...
[Entonces te perdí]
... dispuesta, esperado.
No puedes perder lo que nunca has tenido. Yo te he perdido. No te encuentro. Han pasado tantos años, tantos años y no te encuentro. ¿Puedo contanter un secreto?
[Solías contarmelos]
Ya no me importa. No me importa que no estés aquí, no me importa que no pueda hablarte. He perdido el reflejo del espejo, lo perdí. ¡Lo pedí y te perdí! ¿Puedo perder algo que no tuve? No eres mía, no lo fuiste. No te he perdido, sólo perdí el reflejo en el espejo, la esperanza de encontrar tu nombre en el buzón. Te han robado el espacio en el buzçon. Cambié los rulos rubios por unos más oscuros y por unos ojos verdes que sí me perteneces y a los que pertenesco.
[Obejeto]
Lo soy.