20 de julio de 2012

Sueños


Yo no sé soñar. Los sueños no más que oportunidades para sufrir, para hacerte ilusiones, para decepcionarte. Para mí es una oportunidad para derramar las últimas tres lágrimas que me quedan. Pero anoche soñé, contigo. Me mirabas, tus ojos grandes se fijaban solamente en mí, nada existía porque tus labios en mí se posaban, porque tu aliento se entrecortaba con solo poner mis manos sobre las tuyas, porque te sentí respirar como nunca antes lo había hecho. Anoche soñé con tu aliento tibio sobre mi cuello, con el rose de tus lengua húmeda en mi boca entreabierta. Mis rodillas temblaban, mis piernas se doblaban y tu segura me tomabas de la cadera para llevarme donde nunca antes había estado. Cierras los ojos y me conduces dentro de ti, dentro de nosotras. 
Las agujas del reloj juegan con nosotras, el tiempo corre, descansa, retrocede, se detiene, hace pausa, nos lastima, juega otra vez, otra vez corre y mi corazón acelerado corre con él. Un grito ahogado en entre las pecas de tu espalda deja escapar al reloj.
Es la hora. Despierto y tú no estás.