25 de enero de 2009

Lunas empañadas*

Un corazón de cobre desnudo
se burla de mí entre mis manos
y el recuerdo de sus ojos verdes
humedece los míos..
Labios que no volveran a jugar en mi boca,
pecas que no volveré a besar,
caderas que no estrecharé contra mi cuerpo
y ese olor que se mezclaba con...
Tengo su olor en la manos,
el sabor de sus besos en los labios,
los "te quiero" que sus lágrimas callaron
en la punta de la lengua,
en la yema de los dedos el dolor de un golpe,
en el bolsillo del pantalón
llevo el corazón hecho una bola de papel.

Besos con sabor halls y promesas de recuerdos que no recuerdo más.

17 de enero de 2009

Silencios *


Y le silencio del celular en el bolsillo le parece acosador, la aficcian y envuelve en susurros de los pasajeros y gritos de un mestizo cobrador lleno de anillos y tatuajes que luce en las manos.

Musica a reventar en los oidos...

E se baja varios paraderos antes que el suyo, el mismo en el que se bajò la noche del primer beso, cuando sentìa que la sangre le herbia de ganas de seguirla besando y que mordieran sus labios, y con preguntas sin respuestas camina dudando hasta de su propio nombre. La sinrazòn de sus incognitas destruye su cabeza. No quiere pensar, roza sus labios con la yema de sus dedos y aùn siente el sabor de los otros labios, aùn puede ver sus ojos claros insitandola a besarlos, temerosa se atreve a preguntarse si 39 horas son suficientes como para cansarse de luchar.

¿Quièn decide cuando?
Minutos de màs, minutos de menos; y el Sol entra por la ventana.

6 de enero de 2009

Recuerdo *

La correa brinca sobre mi espalda, los gritos de mi madre golpean mis mejillas calientes pidiéndole que se detenga, sus gritos insultandome una y otra vez mojan mi cuello y en la esquina del comedor, escondida bajo la mesa está ella llorando...
Los insultos pierden sentido y yo las ganas de aguantar los golpes, los gritos de mi madre callan y él golpea una vez más. La sangre corre por mi espalda , empapando mi cuerpo, tiñendo mi ropa, mojando el pantalón que cae por debajo de mis caderas. El cuero se hace solido y cada golpe cava posos en mi piel. Las pecas busean en la piscina de mi espalda y tú gritas cansado de golpear.
Tus manos tiemblan y yo con la mitad de tu edad y sin los gritos de mi madre soy quien sostiene el hierro que en tu espalda ha de caer. P no se esconde bajo la mesa, ni oculta la cara entre las manos y yo grito y no me atrevo a golpear. Me echaste de la casa con una hermana enferma, una abuela que no me reconoció y un perra con fobia a los perros, cuando encontraste un par de piernas fáciles de abrir.
Me paro frente al mármol que tapiza tu cabeza ahora que el pelo se escondió, no derramo una lágrima, sonrio tratando de buscar un recuerdo feliz y después de horas de pensar, recuedo esos domingos en las mañanas tirados los cuatro frente al televisor, esos domingos en los que contabas cada noche el mismo cuento de los 3 créditos y que nadie contaba como tú.
Las heridas aún sangran, ella aún corre a esconderse bajo la mesa del comedor, mi madre grita en la cocina y piernas esperan abiertas a ser penetradas después de comer.

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