31 de julio de 2016

Primera vez

Odio hablar de mi primera vez, lo odio. Aún puedo ver sus ojos celestes frente a mi, su cara colorada, sus labios hinchados, el sudor en el pecho como río entre montañas. Lo odio. Odio sentir el nudo en el estómago cuando me dijo: "has hecho esto antes,  ¿verdad?". Odio que me haya hecho parar para preguntarme la edad y odio que se haya mojado más cuando se la dije.
Mi primera vez no fue como los cuentos de hadas, he tenido tantas primeras veces que no puedo contarlas con los dedos, he fingido ser virgen y menor de edad tantas veces con ese uniforme viejo de cole que jamás usé con tantas ganas. Tengo primeras veces para escoger y siempre escojo la misma.
Siempre elijo la misma,  esa en la que la vecina bastante mayor que yo me invitó a su casa a ver no sé qué en la tv, se quitó los zapatos y me fue arrinconando contra la pared helada y esmaltada, esa en la que inconscientemente mis labios y mis piernas se abrieron... sus manos pecosas recorrían mis piernas blancas y antes que yo pudiera siquiera contestar, introdujo un dedo dentro de mí y luego otro y otro. Jamás despegó sus ojos de los míos, vi explotar cientos de fuegos de colores en el azul de sus ojos y sentí el calor de la hoguera más profunda de la tierra dentro de mí.
Siempre elijo la vez que me acarició la espalda y sin de dicir una palabra me azotó tan fuerte hasta hacerme sangrar, elijo el pánico que sentí mientras trataba de mantener el equilibrio,  elijo el temblor en mis rodilla.
Tantas primeras veces, primeros bailes, primeras coreografías, tantas primeras torpezas, tantos primeros aciertos, primeras explosiones. 

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