El tiempo rueda acelerando el pulso
en mi muñeca marcada por un par de lágrimas y un amor;
el cielo se tiñe con el dorado de los días,
para vestirse luego con las galas de la noche.
La oscuridad llena el espacio que ocupaste,
aunque su bulla deja aún un espacio, un espacio
listo para ser ocupado por quien ya no quiere ocuparlo.
Corazones rotos enlazándose al ritmo de la música,
venas hirviendo con besos que desgarran labios ajenos.
Caricias que persiguen al minutero y no lo logran alcanzar.
Silencio en las palabras y un vaivén de vacíos
que me trenzan el cabello en sus tardes de ocio.
Papeles descoloridos a causa de los rayos,
caen tras la puerta de la cocina y la pila del reloj despertador se acabó.