24 de mayo de 2016

Devuélveme el fuego

Cuanta razón tenías al reírte de esa niña, Silencio. Si pudiera dejar de llorar, también me reiría. Soltaría las carcajadas más fuertes jamás escuchadas, me reiría de sus manos tibias y sus teoremas matemáticos, de sus pruebas científicas y de las verdades gritadas al viento. Si pudiera, si pudiera yo también reiría.
Los gritos revotan entre las paredes manchadas con las huellas de sus manos, murmuran entre los silencios y tú, Silencio, los acompañas con una carcajada fría que sabe a princesas.
El primer amor nunca es el verdadero, es solo un cuento que esta vieja vestida de negro repetirá cuando nadie esté para oírla. Una vieja que extrañará el fuego regaló entre besos dados en sueños y entre los cuales se cuela la eternidad. Sonará en su cabeza las frases dichas mientras se congela, mientras pierde el fuego :"... Quiero regalarte el fuego, quiero regalarte la eternidad, mis días [los buenos y los malos], quiero regalarte , quiero regalarte la certeza de saber que estoy destinada a amarte y que pelearé para que sea para siempre, que pelearé para cumplir mi destino, mi destino que es amarte, mi destino es tener el final feliz que prometen los cuentos de hadas, quiero regalarte el fuego, quiero regalarte la eternidad..."
Silencio, ríe, ríe. El mismo frío que ha congelado mis lágrimas me impide reír y si hago silencio casi podre escuchar a la vieja repetirse una y otra vez como es que perdió el fuego, como es que regaló la eternidad. 

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